ANUNCIO

miércoles, 28 de enero de 2015

El caso Nisman y la visión marxista del Estado

Hay que eliminar los servicios de inteligencia



“Esta idea de reformar los servicios de inteligencia no es nueva en el país (…) este tipo de organismos actúa con un secreto que los ampara por ley y es muy difícil para las estructuras del Estado. Los desmanejos que eso produce en la vida pública han hecho de estas reformas un clásico de los gobiernos de todo el mundo”(Ámbito Financiero, 27-1-15).

El último coletazo de la muerte del fiscal Nisman fue el anuncio hecho por Cristina Fernández en cadena nacional de la disolución de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE, Servicio de Inteligencia del Estado) y sureemplazo por una nueva institución, de carácter y funciones similares, pero con la diferencia de que su director y subdirector serán designados por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado. A esto llamó la presidenta “transparentar un sistema que no ha servido a los intereses nacionales”.
En realidad, el sistema de inteligencia sí que ha prestado buen “servicio”, aunque no a los intereses nacionales sino a los de la clase capitalista en su conjunto y a los gobiernos de turno. Pero también es cierto que, por su misma conformación, suele llegar el momento en que su actividad se vuelve dudosa e incluso peligrosa. De allí la necesidad de reformularlos de vez en cuando, algo que, como dice la cita del acápite, sucede con frecuencia también en otras latitudes. Lo que nunca plantean los gobiernos jaqueados por algún estropicio de sus servicios de inteligencia es eliminarlos. Y eso obedece a razones mucho más profundas que los eventuales “desmanejos” de esos servicios y sus agentes, por problemáticos que resulten, como en el caso de la muerte de Nisman.
Servicios: la cloaca de operaciones ilegales de la “democracia” capitalista
Los servicios de inteligencia y espionaje fueron una creación que, aunque remite a una tradición vieja como el mundo, adquirió rango “institucional” con el nacimiento de los estados-nación europeos y, junto con ellos, el desarrollo de imperios coloniales, disputas entre estados y guerras. Su primera función era, ante todo, para tiempos de guerra: asegurar el secreto de las comunicaciones propias y revelar las del enemigo; en general, era parte de las funciones del cuerpo diplomático. Las dos guerras mundiales, en el siglo XX, marcaron el momento de máximo desarrollo y profesionalización de esta actividad, que continuó en el marco de la llamada Guerra Fría (1945-1991).
Sin embargo, a lo largo del siglo XX, y en particular en la segunda posguerra, se verificó un cambio decisivo: el centro de atención de los servicios de inteligencia dejó de ser el control y espionaje a eventuales enemigos exteriores para pasar a concentrarse en el “enemigo interior”. Que no eran precisamente los “agentes al servicio de potencias extranjeras”, sino, para decirlo en lenguaje marxista, los enemigos de la guerra de clases. Así, el espionaje interno se dedicó a corrientes políticas de izquierda legales e ilegales, activistas sindicales y estudiantiles, y todo aquello que pudiera representar una amenaza no ya para el Estado “nacional”, sino para el Estado burgués y la clase capitalista. Esto fue tanto más así en países como los latinoamericanos, donde las famosas “hipótesis de conflicto” no pasaban por una invasión del país vecino, sino por la contención del “peligro marxista internacional”.
La actividad de estos servicios fue esencialmente, durante décadas, abrir correspondencia, pinchar teléfonos, vigilar discretamente (o no tanto) a “gente sospechosa”… y llegado el caso, intervenir con la violencia física: intimidaciones, secuestros, torturas y hasta asesinatos. Las operaciones de este tipo en gran escala que hicieron dictaduras militares como la argentina (ya en este caso con el involucramiento directo de las Fuerzas Armadas para sostener estructuras como campos de concentración) no salieron de la nada, sino que tenían como antecedente directo el accionar de los servicios (junto con el de la policía, a la que, según el marco legal, a veces incluso reportaban).
Como hace más de 30 años que “vivimos en democracia”, hay muchos jóvenes     que no comprenden o no conciben qué rol pueden cumplir los servicios en condiciones de legalidad de partidos de izquierda revolucionaria, actividad sindical y estudiantil más o menos libre, etc.
Pues bien, es necesario subrayar lo que cualquier marxista sabe, pero que tres décadas de “democracia” burguesa parece haber mandado al arcón de los recuerdos… incluso en la mente de algunos diputados “trotskistas” que no han cumplido el deber de difundir esta verdad elemental en sus apariciones televisivas, ocupados como estaban en ver cómo aprovechar electoralmente el caso Nisman.
Esa verdad marxista es ésta: los servicios son el brazo “legalmente ilegal” del Estado capitalista para todos los trabajos sucios que no puede hacer a plena luz del día. Aclaremos lo de “legalidad”: los servicios son exactamente la única institución del Estado que está protegida por un secreto que no sólo es casi absoluto, sino sancionado legalmente. No sólo casi nadie sabe casi nada de quiénes son y qué hacen, sino que está prohibido preguntar. Los nombres de los agentes, sus actividades, su presupuesto, etc., están más allá de todo control de cualquier otra institución, incluso la Justicia y el Parlamento. Esa impunidad legal da lugar a fenómenos que desarrollaremos más abajo.
Veamos un ejemplo. El ahora famoso Antonio Stiusso, ex director de Operaciones de la SIDE, se llevó puesto nada menos que al ministro de Justicia de Néstor Kirchner, Gustavo Béliz, en 2004. ¿Cómo fue? Béliz acusó a Stiusso de perseguirlo con acciones ilegales y mostró una foto del agente en un programa de TV. ¿Resultado? Stiusso siguió lo más campante, pero al ya ex ministro le hicieron un juicio rajante por revelar secretos de Estado, y Béliz, una de las figuras más consolidadas de la política burguesa nacional (era mucho más relevante que Macri, por ejemplo), se desilusionó de todo, abandonó la política y se fue del país para no volver. ¡Y todo para proteger a un agente ignoto de cuyo accionar y supuestos “éxitos” nunca nadie supo nada!

No hay comentarios:

Publicar un comentario